La compacidad de un edificio se refiere a la relación entre su volumen total y su área de superficie externa. En términos simples, un edificio compacto tiene una forma que minimiza la cantidad de superficie externa en relación con su tamaño interno. Cuanto más compacto sea un edificio, menor será la relación entre su área de superficie y su volumen.

Una alta compacidad en un edificio puede ofrecer varias ventajas, como:
EFICIENCIA ENERGÉTICA: Un edificio compacto puede ser más fácil de climatizar, ya que minimiza la pérdida de calor en invierno y la ganancia de calor en verano al reducir la cantidad de superficie externa expuesta a las condiciones climáticas.
REDUCCIÓN DE COSTOS DE ENERGÍA: Al requerir menos energía para mantener una temperatura interior confortable, los edificios compactos pueden reducir los costos de calefacción y refrigeración.
MAYOR CONFORT INTERIOR: La menor exposición a las fluctuaciones de temperatura exterior puede proporcionar un ambiente interior más estable y confortable para los ocupantes.
MENOR IMPACTO AMBIENTAL: Al reducir la demanda de energía, los edificios compactos pueden ayudar a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y el consumo de recursos naturales. En resumen, la compacidad de un edificio es un factor importante a considerar en el diseño arquitectónico para lograr una mayor eficiencia energética, confort interior y sostenibilidad ambiental.